¿Quieres saber qué objetivos perseguimos? Haz click aquí.

miércoles, 12 de junio de 2013

Cambiando a una niña

Ya hablamos en otro post de la importancia que tienen las apariencias
en nuestra sociedad y de cómo la publicidad influye en nuestras vidas tratando de convertirnos en la versión más consumista de nosotros mismos. Esta semana he encontrado un interesante artículo al respecto, obra de Lisa Bloom, abogada estadounidense famosa por participar en casos sobre abusos de grandes instituciones. El texto nos muestra hasta qué punto estamos todos involucrados en la transmisión de esos ideales superficiales, que arrastran a todas las generaciones y que parecen ir en aumento.

El artículo que leeréis a continuación es una traducción propia del artículo original, escrito en inglés. 



El pasado fin de semana, fui a una cena en casa de un amigo y conocí a su hija de cinco años por primera vez.

La pequeña Maya tenía el cabello castaño y rizado, ojos oscuros, y estaba encantadora en su brillante pijama rosa. Quise decirle: "Maya, estás guapísima, ¡oh, mírate! ¡Date la vuelta para que veamos lo bien que te queda ese bonito vestido!"

Pero no lo hice. Me callé a mi misma. Siempre me muerdo la lengua cuando conozco a niñas pequeñas, evitando el primer impulso, que es decirles lo monas / guapas / bien vestidas / bien peinadas que están.

¿Qué problema hay en éso? Es la forma habitual de romper el hielo con las niñas pequeñas en nuestra sociedad, ¿no? ¿Y por qué no dedicarles un cumplido que aumente su autoestima? [...]


Esta semana, en el ABC salió un artículo en el que reflejaban que, en EEUU, casi la mitad de las niñas entre tres y seis años les preocupa estar gordas. En mi libro Think: Straight Talk for Women to Stay Smart in a Dumbed-Down World detallo como, entre el 15 y el 18% de las chicas menores de doce años, llevan máscara de pestañas, eyeliner y pintalabios de forma habitual; lo habituales que son los desórdenes alimentarios y la baja autoestima; y que el 25% de las jóvenes americanas preferirían ganar el próximo concurso de Top Models que el Nobel de la Paz. Todavía mejor: las mujeres universitarias exitosas dicen que preferirían ser sexys y guapas en lugar de inteligentes. [...]

Mostrando a las niñas que su apariencia es lo que primero que percibes, les transmite la idea de que la imagen es lo más importante. Les hace ponerse a dieta a la edad de 5 años, utilizar maquillaje con 11 años, hacerse implantes de pechos a los 17 y bótox a los 23. [...] ¿Qué es lo que está fallando? Quizá sería mejor una vida con significado, una vida con ideas y lectura, y que sea valorada por nuestros pensamientos y nuestros logros.

Por éso me obligo a hablarles a las niñas pequeñas como sigue:

- Maya, -dije, arrodillándome hasta su altura y mirándola a los ojos- encantada de conocerte.

- Encantada de conocerte. -dijo ella con voz dulce, de esa forma educada y entrenada de hablarle a los adultos.

- ¿Qué estás leyendo? -le pregunté, mientras me brillaban los ojos. Adoro los libros. Estoy loca por ellos. Dejé que se me notara.

Sus ojos se volvieron más grandes, y la expresión facial entrenada y correcta se sustituyó por una genuina emoción. Sin embargo, se contuvo con ligera timidez por mí, una desconocida.

- Me encanta leer -le dije- ¿Y a ti?

A la mayoría de los niños les gusta.

- ¡Sí! -me dijo- ¡Y ahora puedo hacerlo yo sola!

- ¡Eso es genial! -le dije. Y realmente lo es para un niño de cinco años.

- ¿Cuál es tu libro favorito? -le pregunté.

- ¡Iré a por él! ¿Puedo leértelo?



La elección de Maya fue un libro llamado "Purplicious", desconocido para mí. Maya se acurrucó a mi lado en el sofá y, con orgullo, leyó en alto cada palabra sobre nuestra heroína que adora el rosa, pero que vive atormentada por un grupo de chicas de su colegio que sólo visten de negro. Desgraciadamente, trataba de cómo se visten esas chicas, y de cómo la elección de qué ponerse condiciona sus formas de ser. Cuando Maya terminó la última página, dirigí la conversación a los asuntos más importantes del libro: chicas ruines, las presiones de grupo, y el no encajar en el grupo. [...]

En ningún momento hablamos de ropa, peinados, cuerpos o de quién era guapa. Es sorprendente lo difícil que es permanecer alejado de esos temas con las niñas pequeñas. [...]

Le dije que yo acababa de escribir un libro y que esperaba que ella escribiera uno también algún día. Le emocionó bastante la idea. Nos entristecimos cuando Maya tuvo que irse a dormir, pero le dije que la próxima vez elegiríamos otro libro, lo leeríamos y hablaríamos sobre él.


Fue un pequeño enfrentamiento a la cultura que envía mensajes equivocados a nuestras hijas. Un pequeño empujón hacia la valoración de las mentes femeninas. Un breve instante de cambio de modelo de conducta. ¿Estos escasos minutos con Maya harán que cambie nuestra multibillonaria industria de belleza, esta industria que degrada a las mujeres, esta industria obsesionada por las celebridades? No. Pero cambié la perspectiva de Maya durante, al menos, una tarde.


La próxima vez que conozcais a una niña pequeña, intentadlo. Se sentirá sorprendida e insegura al principio, porque pocos se preocupan por su mente, pero sé paciente y persevera. Pregúntale qué está leyendo. Pregúntale qué le gusta y qué no le gusta, y porqué. No hay respuestas equivocadas. Simplemente estás generando una conversación inteligente que respeta su inteligencia. Con chicas más mayores, pregúntales por temas de actualidad: contaminación, guerras, la disminución de los presupuestos escolares. Qué le molesta del mundo. Qué cambiaría si tuviera una varita mágica. Puedes obtener respuestas muy interesantes. Háblale de tus ideas, logros y libros favoritos. Sirve de ejemplo de lo que una mujer inteligente piensa, dice y hace.

Así se cambia el mundo: empezando por una niña.





(Si queréis leer el artículo orginal en inglés, podeis hacerlo aquí)







1 comentario:

  1. Ya tenia ganas de que volvieras a escribir!
    Me ha encantado el articulo, suscribo tus palabras punto por punto.

    A ver si el siguiente no tarda tanto! :)

    ResponderEliminar